Tengo ansiedad y un poco de miedo. Creo que son los sentimientos que tengo cada vez que se acerca un nuevo control con la Sra. Nutricionista con tremenda cara de culo.
Por el momento no encuentro solución a este cúmulo de sensaciones previas.
El día previo a la sentencia de la balanza, como hoy, tengo pensamientos recurrentes con los ojos abiertos. Me veo a mi misma subiéndome a aquel maldito aparato y descubriendo que de repente he bajado 3 o 4 kilos. Acto seguido, me vuelvo un niño con juguete nuevo y miro a todos sonriendo y repitiendo a los cuatro vientos los kilos bajados.
Me miro nuevamente y encuentro una mujer con las medidas perfectas, y llena de felicidad. Compartiendo momentos importantes, siendo protagonista, sintiéndome bella, siendo feliz. Hace muchos años que nada de esto me sucede, pero al verme así en mis sueños me siento a gusto conmigo misma, me disfruto, me quiero.
Mi calendario, gracias a estos sueños recurrentes, se ha vuelto una sola cruz para apurar el paso del tiempo. Quiero despertarme y que estos tres meses hayan pasado de sopetón. Quiero renocoerme en mi nuevo cuerpo, en mi nueva vida.
¿Estaré comenzando a desvariar por la falta de alimento o será que estoy llenándome de sueños y aspiraciones? Ojalá sea lo segundo.
Mañana les cuento cómo seguimos. Espero que, en esta oportunidad, la balanza sea más generosa conmigo. Cruzo los dedos para que eso suceda.
Hasta mañana!
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