
Lo cierto es que amanecí con ganas, muchas ganas de estar sana, cuidarme, verme linda.
Así fue que, por primera vez en mucho tiempo, sentí ganas de vestirme, de mirarme frente al único espejo que todavía queda en casa.
Así fue que, por primera vez en mucho tiempo, sentí ganas de vestirme, de mirarme frente al único espejo que todavía queda en casa.
Después de una larga búsqueda, elegí, dentro de las escasas posibilidades, algo de ropa que me hiciera verme bonita. Me maquillé, me perfumé y salí a enfrentar el mundo con ánimos diferentes.
No se si fue casualidad (porque no creo en ellas) o que fue, pero volví escuchar de la boca de un caballero, un buen piropo. (Ojo que sigo siendo la gordita que empezó a escribir unos días atrás, pero con 600 gramos menos)
Caminé segura, con al espalda erguida y la frente en alto. Quise que el viento despeinara mi pelo y que el sol de la siesta me iluminara la cara.
Respiré hondo muchas veces, creo que lo hice para tomar real conciencia del vuelco que estaba comenzando a dar mi vida.
Definitivamente 600 gramos no es nada, comparado con los 15 kilos que sobran en mi cuerpo, sin embargo estoy feliz. Entiendo que este camino, por más duro que resulte, me llevará de regreso a una vida saludable, y volverá a generar, en mí, ganas de SER, VIVIR, DISFRUTAR, SONREIR, todas palabras a las que me había desacostumbrado en estos tiempos de "vacas gordas".
Se que aun no he bajado lo suficiente, pero me siento hermosa, VIVA, muy mujer una vez más...Esperemos que esto dure.
No hay comentarios:
Publicar un comentario